La música en las demás artes: «Concierto campestre» Tiziano (1509)

Nuestra tercera entrega sobre obras artísticas relacionadas con la música quiere hablar hoy de una pintura atribuida durante siglos a Giorgione, pero que, tras el análisis por parte de los investigadores de determinados elementos estilísticos y compositivos, ahondaron en la suposición de que el mismísimo Ticiano interviniera en la conclusión de dicho cuadro.

Nos estamos refiriendo al Concierto campestre que posee el Museo del Louvre.

La atribución se debe, a que, después de las últimas investigaciones que se han realizado, demuestran a través de radiografías que el desnudo femenino de la izquierda fue alterado en su colocación presumiblemente en la última fase pictórica. Y además se conoce también que, las obras incipientes de Tiziano tenían que ver con la música, pues él mismo se reconoce como músico.

El cuadro hay que ubicarle en los últimos años de la vida de Giorgione, o sea, entre 1508 y 1510. Y aparece documentado en 1627 entre las posesiones que el Emperador Carlos I obtuvo de la familia Gonzaga.

En la imagen se puede ver en un paisaje a uno de los protagonistas que toca un laúd, instrumento que se introdujo en Europa por medio de la España islámica (Al-Andalus), mientras le observa un rabadán. Y a la vez, dos mujeres desnudas, una tanteando la flauta y otra vertiendo agua en lo que parece el brocal de un pozo de mármol. Quizá la escena se concibió inspirándose en un mito de la antigua Grecia, la “Arcadia”, ese país irreal referido por poetas y artistas. Sin olvidar que en las artes plásticas se solía representar el laúd como un símbolo de armonía. Y un dato para los más curiosos, cuando la armonía no existe, se le suele representar con una cuerda rota.

Mirando más allá, observamos a un pastor en el fondo que está tocando un instrumento, presumiblemente una gaita.

Sin podernos plantear ni siquiera someramente la participación que sobre la autoría de este cuadro pueda incumbir a Giorgione y a Ticiano, es indiscutible que en este mundo alegórico de la mitología y la exaltación de la naturaleza, existe un paso estilístico entre la práctica veneciana de los Bellini y un novedoso concepto de composición dramática de las figuras con el paisaje en el que se enmarcan. Hay que saber escuchar el Concierto campestre.